miércoles, mayo 11, 2016

HEMOS INVENTADO EL RITORNELO. Entrevista con Didier Eribon a raíz de "¿Qué es la filosofía?"


-La definición de filosofía que ustedes proponen es bastante ofensiva. ¿No temen que se les acuse de querer mantener -o restaurar- con ella el privilegio que la tradición le asignaba?

-Se pueden dar muchas definiciones inofensivas de la filosofía: conocerse a sí mismo, asombrarse, reflexionar, conducir adecuadamente el propio pensamiento... Son inofensivas porque son vagas: apenas constituyen una ocupación definida. Nosotros definimos la filosofía como creación de conceptos. Esto nos obliga a mostrar que la ciencia no procede mediante conceptos sino mediante funciones. La filosofía no obtiene de ello privilegio alguno: un concepto no es superior a una función.

-Les planteaba esta pregunta porque ustedes confrontan la filosofía con el arte y con la ciencia, pero no con las ciencias humanas. Por ejemplo, apenas se trata de historia en su libro.

-Hablamos mucho de la historia. Pero el devenir se distingue de la historia. Hay todo tipo de correlaciones y remisiones entre ambos: el devenir nace en la historia y desemboca en ella, pero no se reduce a ella. El devenir, y no la eternidad, es lo contrario de la historia. La historia considera ciertas funciones según las cuales se efectúa un acontecimiento, pero el acontecimiento en cuanto tal sobrepasa su efectuación, es el devenir como sustancia del concepto. El devenir es siempre objeto de la filosofía.

-Al elaborar su definición de la filosofía como creación de conceptos, atacan en especial la idea de que la filosofía sea o deba ser "comunicación". Se tiene la impresión de que los últimos libros de Jürgen Habermas y su teoría de la "acción comunicativa" son uno de sus principales objetivos.

-No, no atacamos a Habermas ni a nadie en particular. Habermas no es el único que quiere concebir la filosofía como comunicación. Una especie de moral de la comunicación. La filosofía se pensó al principio como contemplación, y esto dio lugar a obras espléndidas, como por ejemplo la de Plotino. Luego se pensó como reflexión, con Kant. Pero, precisamente, en ambos casos hacía falta, desde el principio, crear un concepto de contemplación o de reflexión. No estamos seguros de que la comunicación, por su parte, haya encontrado un buen concepto, es decir, un concepto realmente crítico. Ni el "consenso" ni las "reglas de la conversación democrática" al estilo de Rorty bastan para formar un concepto.

-Contra esta idea de la comunicación, de la filosofía como "diálogo", ustedes proponen la "imagen del pensamiento", que se integra en un marco mucho más general. Es lo que ustedes llaman "geofilosofia" Este capítulo es central en su libro. Es a la vez una filosofía política y casi una filosofía de la naturaleza.

-Hay muchas razones para que la filosofía nazca en las ciudades griegas y continúe en las sociedades capitalistas occidentales. Pero son razones contingentes, el principio de razón es un principio de razón contingente, no necesaria. Por ello, las formaciones son focos de inmanencia, se presentan como sociedades de "amigos" "(competición, rivalidad) e implican una promoción de la opinión. Ahora bien, estos tres rasgos fundamentales definen únicamente las condiciones históricas de la filosofía; la filosofía como devenir está en relación con ellas pero no se reduce a ellas, es de otra naturaleza. No deja de cuestionar sus propias condiciones. La gran importancia de estas cuestiones de geofilosofía reside en que el pensar no se atiene nunca a las categorías del objeto y el sujeto, sino que tiene lugar en una relación variable con el territorio y la tierra.

-En esta "geofilosofía" apelan ustedes al filósofo "revolucionario" y a la necesidad de "revoluciones". Lo que proponen es casi un manifiesto político. Y ello puede parecer paradójico en el contexto actual.

-La situación actual es muy confusa. Se tiende a confundir la conquista de las libertades con la conversión al capitalismo. Es dudoso que las alegrías del capitalismo basten para liberar a los pueblos. Se celebra el fracaso sangrante del socialismo, pero no da la impresión de que se considere un fracaso el estado del mercado mundial capitalista, con las no menos sangrantes desigualdades que lo condicionan, las poblaciones excluidas del mercado, etcétera. La "revolución" americana fracasó hace mucho tiempo, antes que la soviética. Las situaciones y tentativas revolucionarias son engendradas por el propio capitalismo, y no corren peligro de desaparecer, desgraciadamente. La filosofía sigue vinculada a un devenir revolucionario que no se confunde con la historia de las revoluciones.

-Me ha sorprendido una cosa de su libro: el filósofo, dicen ustedes, no discute. Su actitud creadora no puede ser más que solitaria. Significa una gran ruptura con todas las representaciones tradicionales. ¿Piensan ustedes que no debe discutir tampoco con sus lectores, con sus amigos?

-Ya es bastante difícil comprender lo que dice uno solo. Discutir es un ejercicio narcisístico en el cual cada uno se pavonea por turnos: enseguida, ya no se sabe de qué se habla. Lo difícil es determinar el problema al cual responde tal o cual proposición. Ahora bien, si se comprende el problema que alguien plantea, no hay necesidad alguna de discutir con él: o bien se plantea el mismo problema, o bien se plantea otro y lo que se necesita es avanzar por cuenta propia. ¿Cómo discutir si no se tiene un fondo común de problemas? Y ¿por qué hacerlo si ya se tiene ese fondo? Tenemos siempre las soluciones que nos merecemos de acuerdo con los problemas que planteamos. Las discusiones suponen mucho tiempo perdido en problemas indeterminados. Otra cosa son las conversaciones. Hay que conversar. Pero hasta la conversación más breve es un ejercicio altamente esquizofrénico, que tiene lugar entre individuos que comparten un fondo común y gran inclinación a las elipsis y los atajos. La conversación tiene que ver con un reposo interrumpido por largos silencios, puede dar ideas. Pero la discusión no forma parte, en ningún sentido, del trabajo filosófico. Nos aterroriza a la fórmula "Discutamos un poco".

-¿Cuáles son, a su modo de ver, los conceptos creados por los filósofos del siglo XX?

-Cuando Bergson habla de la "duración", emplea esta palabra insólita porque no quiere que se confunda con el devenir. Crea un nuevo concepto. E igual sucede con la memoria, determinada como coexistencia de capas de pasado. O con el impulso vital como concepto de la diferenciación. Heidegger creó un nuevo concepto de Ser, con un doble componente de ocultación y desvelamiento. A veces un concepto reclama una palabra extraña, con etimologías casi enloquecidas, y otras una palabra vulgar, pero en la que resuenan armónicos muy lejanos. Cuando Derrida escribe "différance" con a lo hace, evidentemente, para proponer un nuevo concepto de diferencia. En La arqueología del saber, Foucault crea un concepto de enunciado que no se confunde con los de frase, proposición, acto de habla, etcétera. El primer carácter del concepto es que opera una captación inédita de las cosas.

-Y, en cuanto a ustedes, ¿qué conceptos piensan que han creado?

-El ritornelo, por ejemplo. Hemos forjado un concepto de ritornelo en filosofía.

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